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El Primer Año

Toma de terrenos cerca de Temuco.jpg

ALGUNAS NOTAS DEL DIRECTOR

 

Textos atribuidos a Chris Marker

 

“Ninguno de los artículos que vienen a continuación tiene la firma de Chris Marker. Sin embargo son suyos. El primer artículo aparece en el libro de prensa de El Primer Año, que Chris me envió por correo en 1973. El segundo lo encontré en los archivos de su ex productora ISKRA (sucesora de SLON). El tercero es el texto literal del cortometraje que Marker realizó y antepuso a El Primer Año (en la versión francesa), que es un montaje de fotos de Raymond Depardon y láminas elegidas por él mismo, que es un resumen de la historia de Chile hasta la elección de Allende”. PG

 

 

PRESS BOOK   PARA “EL PRIMER AÑO” (1972)

 

«¡Quisiera que de todo eso se hiciera

un film y que se le enviara a Nixon!»

(Fidel Castro en "El Primer Año").

 

«La película está hecha. Se titula El primer año. Ha sido realizada por un grupo de cineastas chilenos independientes dirigidos por Patricio Guzmán. SLON se ha encargado de la versión francesa, así como de un prefacio necesario para la comprensión de los acontecimientos relatados. Finalmente, los autores han añadido para su exhibición en Paris un epilogo que enlaza la película con los últimos sucesos acaecidos en Chile. Así ha sido creado un tejido de informaciones que establece la continuidad (y, esperamos, la claridad) entre el Chile histórico y el Chile actual. Haz de imágenes, El primer año es también haz de voces. Se ha hablado enormemente de Chile en Francia en estos últimos dos años, pero ¿cuándo hemos podido escuchar directamente la voz de los chilenos, la voz de los campesinos, de los obreros y de los militantes que viven la realidad (y las contradicciones) de la Unidad Popular?

«Para transmitir estas voces al público francés (manteniendo al mismo tiempo el color y la musicalidad de las voces de origen) unos grandes actores, unos cineastas y unos trabajadores han ofrecido su aportación: son efectivamente unos trabajadores franceses que prestan sus voces en eco a la voz de los trabajadores chilenos, pero es François Périer que asume el papel del narrador, es Delphine Seyrig que modula las reflexiones de una burguesía con un encanto menos discreto que en la película de Buñuel, son Françoise Arnoul, Bernard Paul, Georges Rouquier, Edouard Luntz y muchos otros que se dividen los textos de las mujeres, de los pescadores, de los campesinos, de los militantes, mientras que dos grandes abogados parisinos, el abogado Georges Kiejman y el abogado Léo Matarasso, han aceptado de representar el arte oratorio cuando se trataba justamente de un abogado y de un médico que han llegado a ser tribunos: Fidel Castro y Salvador Allende.

«Pero todo este aporte francés no tiene que encubrir lo esencial, que es la revelación de un joven cine chileno «adherente a la realidad» –en el espíritu de Leacock o de Michel Brault– además de la inserción en un proceso histórico y político actualmente únicos. El trabajo del cameraman Toño Rios, del montador Carlos Piaggio y del realizador Patricio Guzmán constituye el primer esfuerzo enérgico y coherente para hacer comprender lo que ha pasado, lo que esta pasando (y por lo tanto, lo que puede pasar) en el Chile de la Unidad Popular.»

 

Traducción de

Cecilia Ricciarelli Cardinali.

 

“EL PRIMER AÑO”

Artículo para la prensa

(1972)

 

La película de Patricio Guzmán empieza en el momento en que el Congreso ratifica la elección de Salvador Allende (cuando no se logra la mayoría absoluta, el Congreso zanja). Un prefacio permite que el espectador que poco conoce la historia de Chile entienda lo esencial: de qué forma un país originalmente colonizado y luego formalmente independiente, aunque aún sujeto a las potencias coloniales, logra tener un Gobierno de izquierdas determinado para hacer respetar su independencia económica, clave de la independencia política.

                  En cuanto se anuncia la victoria de la Unidad Popular, cunde el pánico en la bolsa. Las cotizaciones se desploman, la gente subasta sus muebles, esconde su dinero en el extranjero, las compañías aéreas rechazan pasajeros. Un grupo de extrema derecha intenta perpetrar un asesinato político que será atribuido a la izquierda, pero la maniobra sale a la luz. Surge el pánico en la bolsa y nace la esperanza en el campo. Los indios Mapuche, descendientes de los que resistieron durante tres siglos a la colonización, recuperan tierras en la región de donde los habían echado y donde los expoliaron. El primero de enero las minas de carbón son nacionalizadas. Los mineros explican el significado de esta nacionalización. La historia de la familia Cousiño, la cual forjó su fortuna en las minas.

                  Se constituye el “Ministerio del mar”: los pescadores expresan con cierta violencia su opinión sobre los industriales de la pesca que imponían la ley en el mercado. Se llevan a cabo elecciones municipales en un ambiente de alegría: se convierten en un plebiscito por la Unidad Popular.

                  La Compañía de Acero del Pacífico pasa a manos del Estado, en las escuelas los niños recitan la historia del héroe nacional Arturo Prat, el presidente Allende hace el balance de los primeros seis meses de su Gobierno.

                  Las fábricas textiles Yarur, trust de la industria textil, son nacionalizadas. Los obreros describen el increíble funcionamiento feudal de esta empresa donde los empleados tenían que hacer la venia ante la estatua del patrón y prestar juramento de fidelidad sobre una calavera.

                  Las minas de salitre, otro recurso fundamental chileno bajo control extranjero, pasa a manos del Estado. En Santiago la gente sueña con el cine y charla.

                  También se comenta el asesinato de un ex ministro demócrata cristiano cometido por un grupo de extrema derecha. Y la derecha, que había perdido el liderazgo político tras el asesinato del general Schneider durante la elección presidencial, aprovecha la ocasión para retomarlo. La cámara recoge las opiniones de una burguesía que empieza a levantar la cabeza. La Unidad Popular sigue adelante: la industria del cobre también es nacionalizada, se crean centros de reforma agraria. Los terratenientes, descontentos pero resignados, entregan solemnemente sus tierras a sus obreros.

                  Se anuncia la visita de Fidel Castro, símbolo de la izquierda, amenaza para la derecha. Divertido y confidencial en una entrevista, elocuente y convincente en un discurso, Fidel expone su tema fundamental: “se intentó separar a Chile de Cuba, sin embargo estamos reunidos”. Pero esta politización creciente de la vida chilena acarrea también la politización de los adversarios de la Unidad Popular: un misterioso “poder joven” preocupa a todo el mundo, incluso a la izquierda radical. La burguesía, en su vaivén, descubre la conciencia de clase y viene la historia (surrealista) de la Marcha de las cacerolas vacías: 5.000 chilenas de clase pudiente desfilan entonando con la mayor desfachatez el eslogan de los campesinos hambrientos: “¡Pan, queremos pan!” Hay un viraje. En Chile se empiezan a ver enfrentamientos, atentados, las contradicciones se agudizan. La Unidad Popular sigue plasmando las aspiraciones revolucionarias del pueblo chileno, pero en el curso del “segundo año”, la burguesía demuestra que tiene una conciencia de clase más desarrollada que la del proletariado. Las compañías norteamericanas aprovechan ese momento para atacar la economía chilena.

                  Crisis en el exterior, crisis en el interior: el apoyo popular ayuda dos veces a Allende a superar la crisis. Nada está decidido. La película termina ahí. No pretende profetizar lo que ocurrirá, o no ocurrirá, en Chile. Sencillamente se enorgullece de haber reunido cierto número de elementos  que ayudan a entender lo que ocurrirá, o no ocurrirá.

Traducción de

Nelson Calderón.

PREFACIO PARA “EL PRIMER AÑO”

                  La primera dificultad de una película sobre Chile es hacer caber a Chile dentro de la película. Hay que ir a la costa oeste de América del Sur para encontrar ese país que empieza y termina en desiertos, se respalda contra la cordillera de los Andes, se extiende en una longitud que equivale a la distancia Marruecos-Islandia, su anchura nunca es mayor a la distancia París-Estrasburgo y su población es menor a la de Portugal en un territorio siete veces mayor. “Franja de tierra geográficamente loca” dice Régis Debray, “pero históricamente razonable”.

     

La historia de Chile empieza como la del todo el continente, con la conquista española. Los indios, los primeros colonizados del mundo moderno, también pagan con la esclavitud el privilegio de poseer en sus tierras minas de oro. Sin embargo hay una excepción: en el Sur, los indios Mapuche forman un islote de resistencia sin par. Detienen a los conquistadores. Defienden su territorio durante tres siglos.

                  Como en otros países, tras el imperio español viene una independencia ambigua apoyada por otras potencias europeas que codician la herencia. Ahí empieza el vals de los imperialismos. Primero inglés, luego alemán, que terminan siendo reemplazados por el mismo en toda América Latina: el imperialismo de Estados Unidos. Pero en este esquema clásico, Chile tiene un perfil original. El apoderamiento extranjero de recursos nacionales como el cobre y el salitre acarrea consecuencias más rápidas en Chile: proletarización por un lado, reacciones nacionalistas por el otro. Una burguesía liberal conquistadora y un poderoso movimiento obrero se desarrollan juntos y alcanzan un nivel de concienciación y de organización que no se había visto en otros países. Así vemos coexistir una democracia formal teñida de legalismo anglosajón y el surgimiento de luchas populares ancladas en posiciones de clase. Al contrario de lo que se decía, esta doble precocidad no evita los enfrentamientos, los retrocesos ni las represiones.

                  Pero mientras sus países vecinos viven una historia tan violenta, Chile tiene avances políticos repentinos: un Frente Popular en el 38 e incluso, en el 32, una república socialista que durará 13 días. Fundado en 1922 por Recabarren, el Partido Comunista conoce la represión y la clandestinidad, sin embargo se convierte en el partido más poderoso de la oposición. En 1933 se constituye un partido socialista poco común: firmemente marxista, firmemente al margen de la socialdemocracia europea y a la vez opuesto a un cierto modelo de obediencia internacional. Uno de sus fundadores es un médico que se ha convertido en deputado y luego en senador: Salvador Allende Gossen.

                  La solidez de la democracia burguesa no protege a Chile de las olas que azotan a América Latina tras la Segunda Guerra Mundial, bien sea el populismo en Argentina o en Bolivia o las luchas revolucionarias cuyo símbolo es Cuba. Después  de la derecha tradicionalista y autoritaria encarnada por el presidente Alessandri viene el reformismo de la Democracia Cristiana que dirige Eduardo Frei.

                  Pero en Chile como en otros países, el reformismo no superará su contradicción fundamental. Hay puertas que nadie entreabre. Una reforma agraria limitada, nacionalizaciones limitadas pueden convertirse en lo contrario.

                  Chuquicamata, la mina de cobre a cielo abierto más grande del mundo, se convierte en el símbolo del saqueo de Chile cuyo primer recurso nacional, el cobre, arrojará en seis años de falsa reforma 600 millones de dólares de ganancias a las compañías norteamericanas que invierten durante ese período en Australia.

                  Con este balance, la Democracia Cristiana se presenta a las elecciones presidenciales de 1970.  Y por primera vez, ante problemas que no logra manejar, la burguesía se lanza al combate de forma dispersa. La derecha conservadora se une y apoya a Alessandri, favorable a volver a recurrir a métodos autoritarios. La Democracia Cristiana, ante un movimiento popular más exigente, se compromete a hacer reformas más profundas. La izquierda se agrupa en la Unidad Popular, que incluye socialistas, comunistas, radicales, socialdemócratas y también una franja de la izquierda desgajada de la Democracia Cristiana. Al margen de la Unidad Popular, pero apoyándola, el MIR, movimiento vanguardista, es partidario de una acción más directa con el objetivo de impulsar “una guerra revolucionaria prolongada e irregular”. Queda por elegir el candidato. El Partido Comunista propone al poeta Pablo Neruda, el Partido Socialista a Salvador Allende. Al retirar su candidatura, Neruda permite que Allende obtenga la unanimidad. Mientras las grandes compañías norteamericanas recurren a todas las formas de presión para detener a Allende, la ultraderecha empieza a preocuparse.

                  La izquierda unida resulta vencedora, por pocos votos: 36% por Allende, 35% por Alessandri. 28% por la Democracia Cristiana. Al no obtenerse la mayoría absoluta, el Congreso dispone de 50 días para ratificar o anular la elección. Y la película que van a ver empieza la mañana del 5 de septiembre, varias horas después de la victoria de Salvador Allende, el médico socialista que conserva sobre su escritorio obras de Che Guevara con esta dedicatoria: “A Salvador Allende, el cual trata de lograr la misma cosa con otros medios. Che”.

 

Traducción de

Nelson Calderón

Fotogramas de “El Primer Año”
Fotogramas de “El Primer Año”

Fotogramas de “El Primer Año”. Arriba, un obrero de Yarur sobre la estatua

de Jorge Yarur en 1971.  Abajo, Allende saliendo de la parada militar

en calle Dieciocho el mismo año.

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